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 COBRADOR AUTOMATICO VS MANUAL
Por Rania P.
Cuando se habla de locomoción colectiva, lo primero que se le viene a uno a la mente es la imagen de una micro. Puede ser esa que esperamos con ansias cada día en el paradero; deseando que nos pare y que no venga tan llena; y casi soñando con encontrar un asiento desocupado. Creo que todos coincidimos en eso.
Desafortunadamente no todos nuestros deseos se hacen realidad y solo debemos conformarnos con el simple hecho de haber pagado nuestro pasaje sin que el chofer nos haya mirado con una cara de molestia (sobre todo si es que somos estudiantes).
Pero eso ya es parte de lo que consideramos normal y no nos hacemos mayores problemas. Sin embargo me gustaría hacer referencia a la diversidad de situaciones que tienen relación con este medio de transporte y para comenzar qué mejor que hablar un poco del caótico intento de modernizar el sistema de cobro de pasaje reemplazando la simple y ágil mano del chofer por un sofisticado y moderno, aunque no tan eficiente, cobrador automático.
Si bien esta situación ya tuvo su momento de esplendor donde todo el mundo hacía su propio comentario, nunca es tarde para recordar este hecho aunque sea como una divertida anécdota; una de esas tan características de nuestra cultura.
¿Quién no se sintió nunca confundido cuando se subió a una micro y se encontró con una de estas maquinitas?. Más de una vez yo me sentí así e incluso pasé alguna vergüenza al no saber cómo usarla o al ver que mis monedas eran devueltas como si fueran falsas o como si a la maquina no le satisficieran el apetito. ¡Menos mal que nunca se me ocurrió pagar con monedas de $5!, eso sí que le causó problemas a más de alguna persona.
Si la situación ya era un lío, ni hablar de aquellas micros que contaban con una especie de trípode horizontal que cumplía la función de ser una barra automática de paso. No creo que hayan servido de algo; por el contrario, sólo nos obligaban a bajar por la puerta trasera si es que no éramos capaces de bajar en cuclillas, sin considerar la dificultad de muchas personas mayores de edad para realizar esta destreza y dificultaban el paso en caso de emergencia.
El objetivo de la utilización de cobradores automáticos era que el chofer se concentrara solamente en la conducción de la máquina pero dada la lentitud e ineficiencia con que funcionaba el nuevo sistema, muchos choferes se vieron en la obligación de seguir cobrando los boletos con tal de agilizar el transporte de pasajeros.
Ni siquiera estos "modernos" cobradores se salvaron de ser el blanco de astutos asaltantes lo cual acentuó aún más la crítica que comenzó a gestarse cuando se supo la cantidad de dinero que se invirtió en este negocio, el cual rápidamente se quiso recuperar mediante el aumento del precio del pasaje.
La intención era buena, era un paso civilizado, pero debemos reflexionar un poco y preguntarnos, ¿Estamos preparados para enfrentar el desarrollo mediante cambios tan "drásticos?". La respuesta se da por si sola y nosotros volvemos a pagarle al chofer y a mirar con desprecio a esos cobradores automáticos que aun permanecen como estatuas, avergonzados por el fracaso o nos sentimos mucho mas seguros cuando subimos a una micro y aunque nos sorprende vemos una cabina con una persona adentro y un letrero que dice "cobrador humano".
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