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SABORES DE MERCADO Por Rania P. La hora del almuerzo es la más esperada por todos y mucho mejor si es que se nos ocurre comer afuera. Las opciones son muchas, el arte culinario se ha extendido bastante por lo tanto somos nosotros quienes decidimos donde almorzar y para elegir tomamos en cuenta nuestro apetito y bueno también nuestro presupuesto.
¿Que tal si vamos al mercado central?. Esa es una buena idea porque la comida es muy buena y podemos elegir una gran variedad de platos al precio más conveniente; día a día llegan los productos del mar siempre frescos y son preparados al instante.
Cuando llegamos al mercado la cantidad de mini restaurantes es grande, entre medio de frutas, verduras, pescados, mariscos y gritos de vendedores tratamos de encontrar el lugar adecuado para cumplir nuestro objetivo, estamos comenzando a caminar entre los pasillos mirando a todos lados y leyendo letreros cuando sentimos una infinidad de voces principalmente de mujeres que tratan de persuadirnos, con las virtudes de sus respectivos restaurantes, de entrar a comer aquí o allá. Seguimos caminando tratando de ignorarlas diciendo simplemente "no gracias" y nos concentramos en los letreros con los precios pero dada nuestra debilidad humana caemos y nos es muy difícil evitar a estas amables señoras que sólo tratan de brindarnos la mejor atención y que mediante los más increíbles recursos incluso hasta llevándonos del brazo nos hacen olvidar que somos nosotros quienes decidimos e ingresamos a cualquier lugar pensando, para no parecer débiles de carácter, que deben ser todos iguales.
Al final nos sentimos satisfechos; la misma señora que nos hizo entrar a tirones nos atendió y nos sirvió un exquisito plato y luego desde la puerta nos despide tan amablemente que incluso pensamos en volver. Salimos y al mirar hacia atrás la vemos haciendo entrar a otro cliente mientras nos sonríe desde lejos.
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